sábado, 29 de agosto de 2009

De noche...

A menudo me encuentro vagando en el cielo y me miro desde arriba microscópica. Veo mi dolor y mi insistencia en ser gris cuando he nacido de colores. Me pregunto cuántos años llevo siendo monocromática. A veces quisiera que mi cuerpo estallara en forma de lluvia de estrellas para quedarme prendida del cielo y no sentirme culpable de mi noctambulismo. Me gusta la noche y no puedo culpar a nadie por ello. En mis días se es siempre de madrugada- aún no aprendo a distinguir el principio y el  final. ¿La creación del universo habrá comenzado de noche o de día?, prefiero pensar que ha sido de noche. (Como me habría gustado ser testigo de ello).
En la noche existe belleza pero también amargura, ¿por qué será que todos esperamos la noche para sincerarnos con nosotros mismos? De noche amamos, odiamos, lloramos, reímos pero sobre todo somos honestos. La luz del día nos intimida y nos acerca a la falacia, mientras que la noche nos purifica. ¿Por  qué no es siempre de madrugada? Los sentimientos se hacen más profundos cuando el día muere. En la oscuridad nos dedicamos sólo a sentir , es probable que por eso el miedo se haga más intenso cuando la luz se ausenta. ¿Pero que acaso la noche no es claridad también? Cuando sentimos demasiado dolor sólo vemos oscuridad, pero es el alma quien reconoce la luz de tan atroces sentimientos y nos hace aprender. Sé que el día que muera me encontraré de nuevo deambulando por el cielo, habitando en un pedazo de estrella o volando dispersa por el viento nocturno, y  será hasta entonces cuando pueda fluir por mi sangre la claridad de la noche...

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