miércoles, 13 de julio de 2011

Vivo en una cabina que de vez en cuando aterroriza, he conocido a un señor, tan antiguo como sus 400 años, tiene ojos de cascabel, cabello castaño y un poco ondulado, parecido a un sauce llorón, pasamos juntos un par de noches mirando las nubes, incluso nos convertimos en una, con el paso del tiempo comencé a nombrar los objetos con su nombre, olvidando la primera utilidad de las cosas, olvidé por completo que los objetos son objetos por el simple hecho de serlo, les adjudiqué acciones y emociones que no les correspondían, llamé por ejemplo, una crema, un columpio, un jabón, un espejo, una cámara, todo, todo con el nombre de aquél señor. Hasta que llegó el momento de entender que se camina mejor si se eliminan todas esas fantasiosas etiquetas. Ya no vinculo objetos con sentimientos por que sé que salgo perdiendo, poco a poco voy vaciando ese baúl de materiales inservibles, haciendo más pequeña y más valiosa mi cajita de recuerdos…

miércoles, 9 de febrero de 2011

Si me dieran la oportunidad de construir una cabaña en cualquier parte del mundo, comenzaría por construirla en mi interior. Tapizaría todas sus paredes con terciopelo magenta, plantaría dos tulipanes en la ventana de mis ojos y mi boca abriría hacia el mar. Con el tiempo he ido aprendiendo que hasta la construcción o la destrucción más atroz están hechas con perfección y belleza, haciéndome entender que el paisaje más hermoso es el que se encuentra en nuestro interior...

lunes, 10 de enero de 2011

En algún momento de mi vida tuve la necesidad de existir...