lunes, 16 de agosto de 2010

EN EL TALLER...

Hoy mientras caminaba descubrí que yo soy muchas, sino es que todas, y que todas, sino es que muchas, son yo.

“Yo escribo mientras alguien me piensa y no escribe”.

“A veces me siento habitado por un león”

“Hay días, como hoy, en el que recordarme me da pena…”

La ciudad que habla…

Me he puesto de pie para observarme desde arriBa, gigantesca y diminuta, sobrepoblada y ausente.
Grisácea y llena de venas. Las calles parecen explotar, sentimientos viscerales, odio y amor.
Olor a fiesta, a despecho y a miedo.
Caminan tomados de la mano, hombres y mujeres, son siempre los mismos. Las manos de la inmensa catedral abrazan al viento, lo vuelven vulnerable, mágico.
El océano de piernas, brazos, cabellos, ojos, todos multiplcándose, se vueleven uno.
Todos hablan al mismo tiempo. La mujer que lee la mano de los curiosos, que transita entre las líneas del destino, al igual que me transitan a mi.
Hombres que danzan en el océano de asfalto, cosquilleando con sus penacho el tiempo. Sintiéndose antigüos se fusionan con el ritmo de los gritos, los silbatos y las risas.
El paseo matituno del hombre con sombrero, que ha pisado ochocientas veces el mismo camino, ilusionado desde sus veinte por encontrar a su amante.
El sexo, la lujuria, el éxtasis, desterrados de la noche flotan en el aire a través de las miradas perdidas de quienes deambulan como putas por mis venas.
Todos de pie, escenario fálico cotidiano. Vienen y van, callan y hablan, rien y lloran, todos ellos construyendo el escenario que me crea.

Despedida en abril…

Dicen que cuando era pequeña guardaba el silencio en mi mirada. Dicen también, que me reservaba detrás de una sillita, observando, sólo observando. Quiero volver a ser aquella niña que dejé de ser hace apenas unos meses. La misma que te aceptó en su mirada y te guardó un lugar detrás de aquella sillita. Siento que navego en nuevos mares, aún no distingo el cielo de este paisaje, tal vez por ello me encuentro atormentada. Me he bajado de tu barca pero no sé en donde lo hecho ni en que momento. Te veo lejano perdiéndote entre la neblina y la nueva luz del sol. Siento que floto en el mar en donde tu navegas, que soy agua y tu marinero. Quiero y te pido que sigas, que navegues en el mar que ya has dominado, tal vez algún día sólo dejemos de vernos entre aquella neblina. Me despediré de ti cuando decidas que lo más importante en ese momento sea nuestra despedida. Ahora, ocúpate sólo de lo que te hace flotar...


Soñé que Borges escribía en mi mano “estoy solo y no hay nadie en el espejo”.

Yo sólo sé quien soy (Entre paréntesis).

8:30 :)